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domingo, 19 de noviembre de 2017

Reseña: El futuro tiene tu nombre, de Brenna Watson

Género: Novela romántica histórica.
Época: Inglaterra, 1820-1822 (Regencia).






Sinopsis

¿Y si tu marido fuese tu peor enemigo? ¿Y si ni siquiera su muerte te librara de él?
Cuando el barón Hamilton fallece de forma inesperada, su viuda, la joven Marian Fillmore, cree que por fin se verá libre de un esposo abusivo y maltratador. Sin embargo, las condiciones que establece en su testamento la obligan a permanecer atada a un lugar al que odia y a su cuñada, tan cruel y déspota como su hermano.La llegada del hijo del barón, procedente de América, será la única luz de esperanza en el porvenir de Marian. Solo él será capaz de cambiar su destino y el de las personas a las que ama, aunque el precio a pagar será demasiado alto.Porque, ¿hasta dónde es lícito sentirse atraída por el hijo de su difunto marido?



La autora


Brenna Watson, licenciada en Historia y con estudios de Filología y Derecho, ha pasado los últimos quince años leyendo y corrigiendo novelas de otros autores, hasta que decidió sentarse frente al ordenador y escribir su propia historia.

Ha publicado pequeños ensayos sobre materias diversas, además de reseñas y entrevistas, en varios medios. Es una gran aficionada a la lectura y a las series de televisión estadounidenses, y le encanta comprarse zapatos. Vive en un rancho en las montañas junto a su marido, sus dos perros y tres gatos.




Mi opinión


Vi el booktrailer de esta novela hace unas semanas atrás y desde ese momento me prometí que la leería (¡lo que puede lograr un buen booktrailer!). Algo me decía que este no iba a ser el típico romance histórico al que estoy acostumbrada, el de la muchacha inocente que no se quiere casar y el protagonista masculino atormentado. Al leerla comprobé que el conflicto se asemeja bastante a ese. Pero aún así continué leyendo porque trataba un tema diferente y es el de la relación ilícita entre una viuda y su hijastro. 

La historia comenzó bien, con un pensamiento de la protagonista, Marian Fillmore, en el que le desea la muerte a otro personaje. Nada más y nada menos que desear la muerte de otra persona. De inmediato me hice la idea de que no estaba frente a la típica muchacha cándida e ingenua que es incapaz de desearle mal a alguien, aunque solo sea con el pensamiento. Esta conclusión no me duró mucho porque a medida que avanza la historia se puede comprobar que la protagonista se pasa de ingenua y se ruboriza casi todo el tiempo, por la más mínima cosa. 

Marian fue obligada a casarse con un aristócrata que le cuadruplicaba la edad y al que no amaba. Pero los suplicios no acaban aquí, su marido la golpea constantemente, con brutalidad y no solo él, la cuñada también la maltrata y la humilla.


Derek Hamilton, el hijastro, es el protagonista masculino recurrente: muy apuesto, de sangre caliente (dispuesto a enredarse a los golpes con quien sea), atormentado por su niñez de pesadilla y por supuesto, no está interesado en el matrimonio. Cuando se percata de que el cariño que siente por su madrastra viuda se pasa de lo socialmente correcto, comienza a beber, tanto que creí que se iba a volver alcohólico.

Está narrada en omnisciente y se alternan los puntos de vista de ambos personajes principales. Los personajes secundarios intervienen bastante y provocan una que otra sonrisa.

No es una historia larga y se tratan algunos temas como los valores familiares, las estrictas normas y las frivolidades de la sociedad londinense de la época, aunque no se profundiza mucho.

A mi entender, le faltó un poco más de desarrollo. Algunos conflictos no llegaron a cuajar. Faltó diálogo en escenas que lo necesitaban y sobró en otras que no hacía mucha falta.

Esta historia me recordó mucho el estilo de las de Amanda Quick, historias sencillas en las que los protagonistas sienten una fuerte atracción física y/o amor, pero que se niegan a aceptarlo.



Conclusiones


La última parte se me hizo un poco más lenta, pero en general me gustó. El argumento es novedoso, algunas partes me provocaron una que otra sonrisa, pero el desarrollo de los acontecimientos no me terminó de convencer.

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